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domingo, 29 de diciembre de 2013

Tiempo de Balance

¿...tiempo de balance?

Palabras reiteradas, pretenden significar tanto,
terminan no diciendo mucho.

Tiempo es sólo eso; tiempo.
Puede ser de balance, puede ser de proyectos,
pero es sólo eso; tiempo.
Tiempo de alegrías o tiempo de tristezas,
pero sólo eso; tiempo.

Pero “sólo eso; tiempo”, no es poca cosa.
Es el milagro de la vida.
La vida, es solo un momento en el tiempo.

Balances, proyectos, alegrías y tristezas,
no siempre dependen de nosotros mismos;
pero el espacio y el valor que les asignemos,
en nuestra Vida-Tiempo; siempre será decisión nuestra.

Tal vez hoy sea tiempo de decidir,
como lo fue ayer, como lo será mañana.
Tal vez sea tiempo de decidir que hacer,
y no; hacer que los demás decidan por nosotros.

Entonces, si hoy es nuestro tiempo de decisión;
deseo a todos que puedan decidir...

Estar rodeados por los afectos.
Construir un futuro en paz.
Trabajar por el prójimo.
Intentar ser mejores cada día.
Aprender de la sencillez y la humildad del que mas necesita.
Renunciar a cuanto empaña la grandeza.



No se trata de ocupar espacios, sino de ocupar bien el tiempo.

Felicidades, paz y buen tiempo!



sábado, 28 de septiembre de 2013

Y el presente, se volvió futuro.

Salía de casa cada mañana, o tal vez algunas, pero; la distancia, la distancia que pone el tiempo hace que lo ocasional y maravilloso vuelva en el recuerdo, en la extraña paradoja de algo habitual, al tiempo  que extraordinario. Entonces, cada mañana (o algunas) al salir de casa me iba derechito al campito; el pasillo de casa era largo, larguísimo mirado desde mi escaso metro de estatura, y en el camino hasta la puerta, llegaba el grito desde adentro;

 - “Ojo al cruzar, y si se va la pelota a la Avenida, que la busquen los mas grandes”, era lo último audible de la frase antes del golpe de la puerta al cerrar.

La Avenida, era la General Paz, “la gene”; y los mas grandes, los que tenían que ir en lugar mío a buscar la pelota si se iba a la avenida, debían tener como 5 o 6 años, igual había otros mas grandes todavía.

200 metros y llegaba, pero había que ir corriendo para llegar mas rápido; había que llegar lo antes posible al campito, ahí estaba todo. Los Amigos.

En el campito estaba seguro, estaba confiado, no me podía pasar nada, estaban los amigos. ¿Qué podía pasar? Nada.

En el campito se podía hacer todo, no había nada que no se pudiese hacer, jugamos a la pelota, y éramos jugadores de la primera de Boca, o de la selección. No retorcíamos en una pirueta en el aire y caíamos de espalda en la tierra, pero resultaba ser la mejor “chilena” que se había visto en la historia; hacíamos goles de “palomita”, en ese intento de cabecear en el aire cuando en realidad estábamos en el suelo y a la pelota le pegábamos con la nariz; pero a la noche, cuando no acordábamos de esa jugada, el recuerdo era como flotando en el aire, suspendidos en el tiempo y dándole a la pelota con todo el parietal derecho de lleno. Nunca nadie había hecho algo así. ¡Qué Golazo!

Pasó el tiempo, lentamente rápido, y la seguridad y la confianza se trasladaron a otras cosas, de repente éramos grandes; grandes pibes que, en un país que recuperaba la esperanza, teníamos la responsabilidad de ser pibes grandes; los amigos se transformaron en compañeros y la seguridad y confianza en uno, se transformó en solidaridad. Una palabra nueva.

Duró poco, lloramos mucho, perdimos demasiado.

Seguimos como pudimos, pero todo el tiempo parecía que no podíamos seguir.

La alegría era una palabra para el uso individual, o mejor dicho uso compartido pero de carácter privado, de la vida de uno y la de los afectos; pero alegría colectiva;  sólo de a ratos; en esos 30 años que parecían que marcaban la forma de lo que iba ser siempre así.


Y un día el presente, tomó dimensión de futuro. 

Hermoso.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Cautivo de la historia

Un entorno tan vasto y, sin embargo no hay lazos, o relaciones que hagan pensar que el cuerpo  no está solo. Tal vez la compañía sea una convención creada por el hombre  para determinar que, si no se está con otro; un otro conocido previamente, se está solo. 

En este lugar, la vastedad, lo abrumador de los sonidos, de los colores, de los matices, de los sentimientos, hace que sea imposible  captar todo; sobre todo, por sobre todo,  para quien su estado, no incentiva los sentidos, mucho menos los sentimientos; sino que los obstruye, los anula.

El cuerpo sigue su marcha y se comienza a percibir algo que lo rodea, lo toca, lo envuelve, lo hace parte de algo; aunque imposible es determinar de que lo hace parte; pero se percibe que el entorno es otro, lo envuelve y lo hace parte, lo protege y lo hace parte, lo llora y lo hace parte,  lo canta y lo hace parte, lo funde , y ya es parte.

El cuerpo dejó de serlo, para transformarse en persona, en otro estado, pero persona.

Sigue la marcha, lenta marcha, triste marcha, roja y humanizante marcha,  pero él ya es parte del todo, ya no está solo, ahora es cautivo, felizmente cautivo de un todo, ya no estará solo y, aunque no conozca a nadie; sabe que conoce a todos, porque ahora todos son él.

Ya no está muerto, ahora es cautivo de la historia y de su pueblo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Emociones de un pibito.

Como para empezar nuestro trabajo nos plantemos un ejercicio; así, tan sencillamente como eso, es que Julián comienza a relatar su historia; un momento de su historia, y escuchamos atentamente.



Al terminar su relato, supe que los recuerdos de un pibito; algunos recuerdos, tienen en sí, sensaciones tan enraizadas en nuestra conciencia que, palabras como abuela, la chica de al lado y naranja; que parecen no tener relación entre sí; se funden y sintet
izan hasta volverse emoción.

Naturalmente cautivo

Nada tan apaciguador de mi espíritu como el suave tintineo del correr del agua, en un entorno que, por demás demuestra la exuberancia de la naturaleza; sonidos, colores, olores, brillos y sombras. 

Deslizarse con suavidad, como un elemento mas de la naturaleza,  dejando que ella disponga del rumbo y el destino, es un placer adicional.

Después de un tiempo; imposible determinar cuanto, el entorno parece inmutable en la extraña paradoja de no repetirse nunca.

Sigo mi viaje; en una sucesión de imágenes únicas, una película que sería envidia del mejor director, una sola toma para cada situación. Sigo mi viaje. Solo.

¿Sólo?

Los pájaros abundan, y mas abundante aún es su regalo sonoro, colaborando el viento al acariciar las ramas de las casuarinas, algún pez que de tanto en tanto se oxigena en una breve excursión a otro medio, el ladrido lejano de un perro, gozando en una casa mas lejana aún; de esta película mía de la que no tiene conciencia.

El sol declina, señalando inexorablemente que la tarde es ahora anfitriona, directora de iluminación y administradora del tiempo. 

La costumbre, los hábitos, dicen: -hay que regresar-, cuando todo mi ser quiere seguir continuando, continuar siguiendo; es que no quiere volver.

Clavo el remo a estribor, la canoa vira, desando la película y regreso hacia el principio.