viernes, 23 de enero de 2015

Días de aprendizaje

Tiempo atrás, reflexionamos sobre una situación paradojal de nuestros días; el rol de las partidos autodenominados de "izquierda", su rol histórico, su posición frente a las mayorías, y en síntesis, su relación con la derecha, en todas sus formas.

El título de esas reflexiones fueron La Izquierda Invertida, y hoy a no demasiado tiempo  de publicar esas opiniones, nos encontramos ante otra situación paradojal, que buena parte tiene que ver con lo que en aquella otra oportunidad reflexionamos en relación a la derecha, su rol histórico y los métodos que a lo largo de 200 años, había utilizado para "hacerse" del control del estado, métodos entre los que mencionábamos su inserción  en el poder judicial; y entre otros conceptos decíamos:

"Este proyecto político al que todos conocemos o nombramos como Proyecto Nacional y Popular, es desde lo político, de  izquierda, por caracterizarlo de algún modo. 
  
¿Por qué?

Se lo puede caracterizar así, por composición de quienes lo sostienen; un gran y amplio conjunto de la sociedad que representa a una parte indiscutiblemente mayoritaria de la  argentina de hoy; por la militancia cotidiana, no solo partidaria, sino también social, empresarial, académica, científica; miles y miles de personas que día a día aportan buena parte de su tiempo y de su saber a la construcción de una sociedad mas justa y equitativa, en muchísimas áreas.

Se lo puede caracterizar así también, por la acciones de gobierno, inclusivas, distributivas, ampliando derechos, y si es necesario (sobre todo porque es necesario) quitando privilegios, algunos quizás no todos, pero esto es política, ni infantilismos, ni magia; sólo política.

Se lo puede caracterizar así, por realidad. Por esa realidad cotidiana que construyen mayorías en los distintos espacios donde la democracia se edifica día a día a base de participación, compromiso y responsabilidad de miles y miles de ciudadanos.

Desde lo ideológico, podemos decir que este proyecto tiene matices; porque es hoy por hoy una construcción que se está llevando a cabo; con las tensiones propias de una construcción colectiva donde las partes, no piensan, ni sienten ni actúan de la misma forma; afortunadamente; pero coinciden en esta coyuntura en que la unidad y la organización (inclusive en el disenso) es la única forma de construcción de las mayorías para las mayorías; ya que la diversidad y su aceptación, es condición necesaria para la construcción colectiva de mayorías. 

Desde lo ideologizante; es decir desde el tinte ideológico que desde afuera del espacio, se le quiere colocar a este proceso histórico, podemos percibir como mínimo dos grandes miradas. 

La primer mirada es la que hace y busca instalar la derecha que, con intereses encontrados desde lo económico y lo ideológico, y, con objetivos inconfesables para ser explicitados con la esperanza que las mayorías los acompañen, no encuentra hoy argumentos mas allá de la descalificación lisa y llana de cualquier hecho político que provenga tanto del gobierno, como de la sociedad movilizada; tanto mas si proviene de los dos espacios a la vez. 

Con esta falta de propuestas (confesables) y de intérpretes confiables a la sociedad; así como ayer apelaron a crear las condiciones necesarias e instigaron, apoyaron y participaron de los golpes de estado a gobiernos democráticos y luego participaron también de los gobiernos de facto que sobre esos golpes se encaramaron en la conducción del estado; sin otro objetivo que el de preservar o incluso aumentar los privilegios minoritarios que tienen; hoy, y no porque no quieran, sino porque no hay espacio para eso, se valen de todo el andamiaje institucional que durante dos siglos construyeron en el estado liberal, para valerse de las instituciones cooptadas, en su intento por resistir a la democratización de la República"....





Hoy, ya no se puede esgrimir el planteo, ni jurídico, ni político, de que el estado, en este caso el Poder Judicial, ante la duda debe estar del lado del más débil; hoy ya no se puede esgrimir el argumento de que es una discusión antagónica entre dos que se niegan entre sí, como si fueran pares, olvidando que de un lado, son grupos de poder económico concentrado, vinculado con intereses económicos y geopolíticos externos,  y que entre otras cosas hay causas en las que sus directivos a nivel local, están sospechados, cuando menos, de colaboración en el silencio, en crímenes de lesa humanidad, sobre los cuales además consolidaron su poder económico en las últimas tres décadas; y del otro lado está el Estado.



Lo que a esta Corporación Judicial parece no importarle, es que el Estado, en toda su dimensión, no es sólo una estructura de poder, en este caso es la estructura de poder que está siendo administrada por un gobierno legítima y constitucionalmente elegido por el 55% de la sociedad.

Hasta donde llega el entretejido de los interese económicos de la derecha y su infiltración, lisa y llana en el Estado Argentino, parece ser una incógnita difícil de develar.

De lo que hoy debemos tener mayor certeza, es que la lucha por la Justicia es una sola, los ámbitos de esa lucha, múltiples y muy variados. Incluso en el Poder Judicial.


Al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo, en todos los niveles de gobierno, la ciudadanía los reconfirma o no en sus funciones cada 2 o cada 4 años; a través de los procesos electivos.

¿Cómo y cada cuánto puede la sociedad reconfirmar o no en sus funciones, a quienes ocupan el Poder Judicial para utilizarlo en desmedro de lo justo?

Encontrar respuestas a este interrogante, y llevar adelante las acciones correspondientes, es hoy, el deber de cada ciudadano que vive por y para una sociedad justa y equitativa. 

Ya no se discute solamente dinero. 

Habrá que ver quien se para de un lado, y quien del otro; y no podrán culpar al gobierno de fomentar divisiones y enfrentar a la sociedad. 

La peor violencia, es la violencia ejercida desde el Estado. Así lo aprendimos los argentinos en la experiencia mas amarga que nos haya tocado vivir; y luego de años y años de resistencia, lucha, privaciones, exclusiones y aprendizaje, pudimos y supimos finalmente castigar a quienes desde el Estado ejercieron la violencia sobre la sociedad, y aún lo continuamos haciendo.

Hoy hay una nueva forma del ejercicio de la violencia desde el Estado, en este caso desde algunos miembros del Poder Judicial. ¿Sabremos los argentinos transitar esta nueva situación histórica, y, sobre el aprendizaje hecho, llevar ante una verdadera justicia a éstos que hoy, pretenden robarnos el futuro?

Una respuesta que aún no tenemos.


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