Nombrar a una persona “negro” en
muchos lugares de la Argentina, es hoy una forma despectiva de referirse a
alguien, con una extensa y variada connotación pero en todos los casos con una
alta carga negativa, discriminatoria. Frigerio 2009. “Luis D´Elia y los negros: Identificaciones
raciales y de clase en sectores populares” Claroscuro 8; p. 2.
En principio es una forma de
segregación social que se utiliza hacia
personas o grupos de personas (“los negros), pero tiene también otras
interpretaciones posibles, siempre en sentido negativo y hacen referencia a aspectos culturales, sociales,
educativos, estéticos, espaciales y morales; tales referencias pueden
encontrarse generalizadas en el uso del término “negro”, o bien especificadas y
en este caso acompañadas de una interminable lista de adjetivos tales como
“cabeza”, “bruto”, “villero”, “provinciano”, “vago”, “ladrón o ladri”, y otros
tantos que pueden abarcar otras connotaciones tales como la sexualidad, la
higiene, etc.
No obstante esta primera y muy
actual utilización de la denominación “negro”; ya sin comillas, negro hace
referencia a cuestiones raciales aunque, al no ser su uso habitual en Argentina,
muchas veces para hacer referencia justamente a la utilización que se le está
dando, se habla de negro-negro, o negro-mota. Frigerio 2006. “”Negros” y “Blancos” en Buenos Aires: Repensando
nuestras categorías raciales” En: Temas de Patrimonio Cultural. P. 84
Ya desde esta disposición racial
del término, podemos entender que esta denominación tiene diferentes
significados en diferentes lugares o contextos.
Esto tendría relación con la
significación del nosotros que se buscó enfatizar, al nombrar al otro como
negro. En el caso de Argentina lo que se buscó fue “blanquear” a la sociedad,
como forma de invisibilizar al negro y a las connotaciones negativas que de la
negritud se tuvo, durante el proceso de conformación del estereotipo nacional, proceso
en el cual con la negación o minimización de la presencia de los negros en la
conformación histórica de la argentinidad, se fueron invisibilizando los
atributos negativos asociados a los negros, la esclavitud, el sometimiento, la
desposesión absoluta.
Es en esta dimensión del
análisis donde la raza funciona como signo
y huella, ya que “es indicio de la
posibilidad de una memoria que podrá guiarnos de vuelta a la recuperación de
viejos saberes, de soluciones olvidadas, en un mundo en que ni la economía ni
la justicia son ya viables. “Segato 2007; “La Nación y sus otros. Raza,
etnicidad y diversidad religiosa en tiempos de Políticas de la Identidad. p 24.
No obstante esta “oportunidad”
que hoy se nos brinda, la autora advierte que, en todo caso no hay que dejar de
tener presente que raza en este sentido es efecto y no causa, es el resultado
de una construcción social histórica en y de los pueblos conquistados y colonizados,
durante la cual raza fue la forma de
nombrar y clasificar las diferencias, y que no tuvo ni tiene otra finalidad que
la del sometimiento.
Vale también a partir de esta
posición remarcar que, en otras latitudes del continente, negro tiene también
diferente significación, producto de que la construcción de la alteridad y del
estereotipo nacional, fue diferente en cuanto al espacio y el rol que al negro
le cupo en esa construcción; sin que esto implique de modo alguno que, el fin
último no fuese el ocultamiento, de todo lo que pudo haberse considerado como
un rasgo positivo de su presencia a lo largo de las “historias nacionales”.
Esas historias a las que Segato engloba en el concepto de formaciones nacionales de alteridad, esa alteridad que no pre existía a la mirada,
lo exótico de los otros, no está en ellos, sino en la mirada que lo exotiza,
que lo “vuelve” exótico; esas miradas, y sobre todo los registros históricos de
esas miradas, fueron productos de la elites,
no son otra cosa que una construcción, concebida por las clases
dominantes, a través de sus “historias oficiales” y reproducida a través de
generaciones con toda la potencia del Estado, y desde allí, por la cultura, las
artes, y las relaciones de la sociedad toda.
